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El nacimiento del socialismo en la Historia

Malacara | 31 Dic 22

artículo

En vísperas de inicios del año, un optimismo entusiasta inunda las almas de los hombres. Vislumbran las posibilidades que, se dan cuenta, han tenido siempre, y aprovechan la capacidad transformadora de su vida y de los otros. Juntan las esperanzas, encarnadas en metas y nuevas pasiones que persiguen activamente. Una nueva realidad se les asoma. La euforia, sin embargo, no persiste mucho tiempo. Son pocos los que, al final del año, desarrollaron una perseverancia. El camino hacia la excelencia debe, por lo tanto, trazarse, y no hay mejor manera que trazar este camino, aún entre la oleada de alborozo de inicios y mediados de Enero, con la escritura de este artículo, el primero que escribo de forma seria. Aliento al lector a leer este artículo completo —que bien podría ser un ensayo— para tener una perspectiva más completa de los orígenes del socialismo. Muchos medios y blogs, en su afán de llegar a un público general, terminan por simplificar en exceso la información dada sobre un tema —especialmente en los temas históricos—, dando una perspectiva incompleta. En muchos casos, no es su culpa. La tendencia de la sociedad actual con respecto a la información es la de entregar las cosas de manera directa y rápida, aún cuando eso signifique en muchos casos suprimir información que puede ser clave. Terminamos entonces con personas con una perspectiva incompleta y simplificada sobre un tema. El sistema educativo también forma parte del problema, aunque indagar en eso me alejaría del tema. En este artículo trato de abarcar el inicio del socialismo como lo conocemos hoy de una manera concisa, pero sin suprimir ningún aspecto que sea determinante ante las preguntas que surgen del ¿Cuándo? y ¿Cómo? surgió el socialismo. Temas determinantes, como por ejemplo el origen y ascenso del liberalismo y del capitalismo en general. No por nada, un historiador británico afirmo que «el socialismo era el hijo del capitalismo1». Como última cuestión, menciono que es importante leer las notas del artículo, que se encuentran al final de cada capítulo.

Introducción

El antagonismo entre el capitalismo y el socialismo, convertido ya en tradición, se ha convertido en uno de los tópicos más conocidos de la teoría política, pues su discusión hoy en día sigue vigente, y probablemente de la misma manera en la que fue durante el siglo XIX. No es de extrañar esta oposición, pues, en efecto, los fundamentos de estas dos teorías económicas —aunque el socialismo es también una corriente filosófica y política— chocan entre sí. Su histórica discrepancia no es pura casualidad, pues desde la formulación del socialismo científico por Marx, se propuso que el capitalismo era una estructura perpetuada y mantenida por las clases dominantes, y por lo tanto, cualquier amenaza al sistema amenazaba a su propio poder y privilegio. Eliminar al capitalismo, lógicamente, implicaba disolver el poder de esa minoría privilegiada, lo que era indeseable. Estos dos sistemas se convirtieron entonces en la representación de los intereses de dos clases opuestas, e incluso, de las clases en sí. Estaban los explotadores por un lado, la burguesía dueña de los medios de producción; y los explotados por el otro, el proletariado o el campesinado.

Esta explicación puede ayudar a concebir el clásico antagonismo que existe entre estos dos sistemas económicas —hablando del sentido económico del socialismo2—. La razón por la que menciono este antagonismo recae en el hecho del origen de estos dos. A pesar de que muchos contemporáneos tengan la idea de que la enemistad nació junto al surgimiento del socialismo, la realidad es que tanto el capitalismo como el socialismo y otras ideologías tienen un origen en común, y de hecho en el periodo histórico en que se empezaron a separar las ideas en oposición, las ideas —o al menos la mayoría— estaban unidos ante un objetivo común. Las bases sobre las que se sustentan, pues, nacieron de los ideales propuestos en la época más fértil del pensamiento humano desde el Renacimiento: La Ilustración.


1. Me refería al célebre Eric J. Hobsbawm, quien más adelante menciono.
2. El socialismo en su conjunto no se trata sólo de un sistema económico: es además, una corriente filosófica política, social y económica; también es una ideología

Un grupo de Ilustrados sumamente conocidos sentados alrededor del busto de Voltaire en el auge de este movimiento | Fuente: Wikimedia Commons

La Ilustración y la idea del progreso

La Ilustración, periodo que abarcó la mayor parte del siglo XVIII —también llamado "El Siglo de las Luces"—, fue probablemente la corriente de pensamiento humano más importante desde el Renacimiento y el nacimiento del humanismo. La supremacía de la razón y el conocimiento, así como su fe en el progreso y la formulación de conceptos como libertad, igualdad o felicidad, sentaron las bases de la Edad Contemporánea y el Mundo Moderno. Este movimiento cultural cargó también ideales sumamente progresistas para su época, como el gobierno constitucional, la separación Iglesia-Estado o el cuestionamiento de la autoridad clerical, dominante en la época. Su influencia abarco casi la totalidad de los campos del conocimiento humano, desde lo científico hasta el arte, pasando por la política, la religión, la economía, e inclusive fue testigo del nacimiento de nuevas disciplinas, como la economía. El escepticismo característico de la Ilustración, que llevo al cuestionamiento y al desapego de todo el conocimiento humano previo por sobre el filtro de la razón y empezó a cuestionar la posición del hombre respecto a la sociedad, y de cuál era la naturaleza de esta. Grandes teóricos precursores o pertenecientes a la Ilustración como Thomas Hobbes (1588-1679), John Locke (1632-1704) o Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) formularon ideas en torno a dos preguntas básicas que surgieron producto de este cuestionamiento: i) Por qué necesidad o derecho los hombres crean estados y ii) La mejor forma en la que un Estado debería organizarse. A partir de ahí se crearon nuevos conceptos, como la distinción entre Estado y gobierno o el «orden natural». A partir de la creación de todos estos conceptos es que se fueron desarrollando las distintas ideas que posteriormente se iban a convertir en las filosofías políticas ya mencionadas anteriormente. El liberalismo y el socialismo, así como el comunismo y el anarquismo son, esencialmente, hijos de la Ilustración3.

Una de los principales ideales de la Ilustración fue, como mencioné antes, la creencia y la fe en el progreso. La historia se empieza a visualizar como una continuo avance hacia la mejora de la sociedad4, y en realidad todos los eventos históricos eran inocuos ante el inherente y «natural» mejoramiento de la condición humana. Esta idea, sin embargo, tenía considerable justificación histórica en el contexto del siglo XVIII, alejado ya de las guerras por religión del siglo XVII, y en el auge de un desarrollo científico y tecnológico sin precedentes. El surgimiento de la Revolución Industrial le cobró fuerza a esta idea, que se convirtió en la dominante ya a inicios del siglo XIX. Sobre aquella descansaban las principales filosofías políticas desarrolladas a lo largo de los dos siglos mencionados (18 y 19): todos mantenían una posición optimista ante el desarrollo de la industria, aunque a sus propios modos y con sus determinados objetivos.


3. Hobsbawm, Eric. La era de la Revolución 1789-1848, 1962, p. 247.
4. Esta idea era contraria al pensamiento histórico que la humanidad había tenido en la mayor parte de la historia: donde más bien la sociedad avanza hacia una continua decadencia.

El nacimiento de la economía moderna

Aunque distintas teorías económicas se habían formado previo a la Ilustración, fue en este periodo donde nació formalmente la economía moderna como campo de estudio. Los principales representantes de esta naciente disciplina fueron los mercantilistas, que afirmaban que mediante el intercambio de mercaderías y la acumulación de oro y plata se generaba riqueza5, y los fisiócratas —considerados como una «evolución» o una «consecuencia» del mercantilismo6—, escuela principalmente francesa, que afirmaban que existía una «ley natural» mediante la cuál el sistema económico funcionaba perfectamente había nula intervención del estado (laissez-faire)7, y que la tierra era la única fuente de riqueza de una nación. Esta última, sin duda, fue una influencia para la posterior teoría liberal clásica8, manifestada expresamente en el opus magnum de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones, publicada en 1776. Esta, junto con la obra de Thomas Malthus y David Ricardo, constituyen la llamada primera ciencia económica formal, conocida como la Economía Política.


5. Autor Desconocido (9 de Agosto de 2016), Origen de la economía; Fundef, consultado el 7 de Enero en https://fundef.cl/articulos/origen-de-la-economia/
6. López Quintero, Jose Luís. Historia del pensamiento económico (14 de Diciembre de 2018), Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Consultado el 7 de Enero en Club Ensayos: https://www.clubensayos.com/Historia/La-Fisiocracia-y-el-Liberalismo-Econ%C3%B3mico/4640889.html
7. Los fisiócratas, de hecho, inventaron este término.
8. El factor de la nula intervención estatal fue fundamental para la constitución del liberalismo clásico.

Los retratos que existen de Adam Smith cuando vivo son escasos, y todos de veracidad cuestionable | Fuente: Wikimedia Commons

Adam Smith y el liberalismo clásico

Si bien los fundamentos del liberalismo clásico se fueron fundando a lo largo del “Siglo de las Luces” y la “Era de la Razón” de manera heterogénea, no hay duda de que el liberalismo clásico como doctrina, y la economía como una ciencia, nació a partir de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith. Marca el inicio de la llamada Economía Política —mencionada en el capítulo anterior—, el «estudio de la producción y el comercio y sus relaciones con la ley, las costumbres y el gobierno; y con la distribución del ingreso nacional y la riqueza»9. Su argumentación, basada en la existencia de un orden social «natural» —noción tan característica de la época—, es a la vez «elegante y consoladora»10. Si bien era cierto que las sociedades humanas consistían en una agrupación de individuos que velaban por interés propio en constante competencia con los demás.tante competencia con los demás, era demostrable que si se les dejaba realizar esas actividades sin ningún tipo de regulación, estas resultaban en el orden social mencionado anteriormente —gracias a la obra de la «mano invisible de mercado»— junto con el aumento de la «riqueza de las naciones», y por lo tanto, del bienestar de todos los hombres. El fundamento de este orden social estaba en la división del trabajo, que sacaría la máxima potencialidad de la producción al asignarle a los hombres una tarea específica dentro de la sociedad, en cuya tarea se iban a «especializar». De aquí nació, de hecho, la organización del mundo contemporánea respecto a su papel en la sociedad: la carrera universitaria parte de la «especialización»11. Respecto a los roles de la producción podía, de hecho, ser probado científicamente que la existencia de una clase propietaria de los dueños de producción y otra, la que vendía su fuerza de trabajo a cambio de un salario, beneficiaba a todos. La «riqueza de las naciones» aumentaba entonces gracias a las operaciones de las empresas y la acumulación de capital. Cualquier otro intento para aumentarla simplemente lo retrasaría o lo detendría. Inclusive la sociedad desigual que resultaría de este orden social era compatible con la igualdad entre todos los hombres, pues además de asegurarle a los más pobres una vida mejor que otrora no se hubieran podido permitir, se basaba en la relación más equitativa de todas: la «permuta en el mercado»12. Nadie, argumentaba, dependería de la bondad o la maldad de los demás, pues ante la entrega de algo se recibía otra a cambio.13

El progreso humano era, pues, «natural» y el capitalismo, de igual modo, iba a marchar codo a codo con el primero para efectuar el eterno progreso de la civilización humana. Nuestros contemporáneos podrían suponer que un autor de tales declaraciones era un mero defensor de los intereses de la burguesía; pero no era así, Para el contexto histórico en el que vivió, era razonable la idea de un inevitable progreso junto con el capitalismo, que había venido desarrollándose lentamente durante el siglo hasta llegar a su apogeo durante la Revolución Industrial. El capitalismo moderno nunca se había probado antes; pero siendo «superior» al dominante feudalismo de la época —o al menos en la mayoría de Europa—, estos hombres en verdad creían que el progreso humana necesariamente pasaba por el capitalismo. Smith tenía además una incuestionable habilidad para demostrar sus teoremas económicos por medio del razonamiento deductivo, lo que le dio a su teoría la solidez necesaria para convertirse luego en una inspiración para el sistema económico de los recién nacidos Estados Unidos14, o bien una fuerza revolucionaria a partir de 1789.


9. Citado en Wikipedia, Economía política.
10. Eric Hobsbawm, (La era de…), p. 241.
11. La definición de Wikipedia: «es el proceso por el que un individuo, colectivo o institución se centra en una actividad concreta o en un ámbito intelectual restringido en vez de abarcar la totalidad de las actividades posibles o la totalidad del conocimiento.»
12. Un sinónimo de permuta es intercambio. Adam llegó a pronosticar el fin de las guerras gracias al «espíritu libre del comercio» «natural» de los hombres.
13. Cita de E. Roll en History of Economic Thought, p. 155 (aunque la cita la saqué del libro de Hobsbawm)
14. Muchos liberales modernos tomaron (y toman) a Estados Unidos como el modelo ejemplar de liberalismo, ignorando por completo los problemas sociales fuera del ámbito económico de las cifras, abstractas y faltas de realidad social.

"La Libertad guiando al pueblo" de Eugéne Delacroix, obra más representativa de la Revolución Francesa, en realidad no retrata ese periodo, sino la Revolución de 1830 | Fuente: Wikimedia Commons

La Doble Revolución

El auge del liberalismo en la historia coincidió con el periodo denominado por el historiador británico Eric J. Hobsbawm (1917-2012) como la «doble revolución»15 —la Revolución Industrial y la Revolución Francesa—, pues fue al mismo tiempo un periodo de cambios radicales en la historia —no por nada el inicio de la Revolución Francesa es denominada como el inicio de la Edad Contemporánea—, producto no solo de estas revoluciones, sino de las transformaciones políticas que ocurrieron en este periodo. El absolutismo estaba en decadencia, aún después de la restauración de este en el Congreso de Viena; el cesaropapismo16 se fue deteriorándose lentamente hasta su casi completa desaparición en el siglo XX. Asimismo, fue el periodo del ascenso de una creciente burguesía industrial, en contraste con la desvencijada aristocracia, cuyo apoyo popular era ya nulo a finales del periodo de la «doble revolución»; su ideología era la misma escrita al principio del párrafo. Era también la ideología de la clase media, un también ascendente grupo social que cada vez iba adquiriendo mayor peso político. Las revoluciones le permitieron a estos dos grupos sociales, con apoyo de las clases populares, poner en práctica muchas de sus ideas que eran o bien de la Ilustración, o bien una herencia de ella —La supremacía de la razón y el conocimiento, reflejado en los gobiernos; los derechos naturales del hombre, así como los ideales de libertad—. Gracias a este intercambio radical de poderes, los supuestos del liberalismo clásico pudieron ponerse en práctica. Ejemplo de esto se vio no solo en Europa, sino que en Estados Unidos esta idea había sido más triunfante aún, siendo hasta el día de hoy una especie símbolo nacional en aquel país17 —el capitalismo—.

Importante también es mencionar la «materialización de los ideales de la Ilustración». Estos se fueron convirtiendo, durante la Revolución Francesa, de meros ideales abstractos a programas practicables; esto se vitó reflejado en la amalgama de ideas variadas y heterogéneas que surgieron durante el conflicto, así como los grupos que surgieron —llamados «clubes políticos»— y las numerosas rivalidades entre estos —los jacobinos, girondinos, cordeleros, los enragés, por mencionar algunos, estuvieron, en distintos periodos de la revolución, rivalizados entre sí, lo que culminó en sus posteriores disoluciones—. Entre estos grupos políticos, es importante mencionar al célebre revolucionario Francois-Noël Babeuf, mejor conocido como Gracchus Babeuf (1760-1797), llamado con honores el «precursor del comunismo». Esto se expresa en su teoría política conocida como babuvismo, la cuál intentó implantar en su Conspiración de los Iguales (1796). El movimiento fracasó, pero nos dejó el primer ejemplo del espectro socialista convertido en fuerza política en la historia. Este y otros personajes similares constituyeron los primeros ejemplos de socialismo, aún cuando sus teorías fueran muy ambiguas o poco desarrolladas.

A pesar de esto, el ideal económico burgués seguía en ascendencia aún como fuerza revolucionaria, y aunque no hubo un «momento decisivo» en el que se implantara como sistema económico oficial, sí que al final del periodo napoleónico estaba ya bien implantado en países como Inglaterra o algunas regiones de Alemania18 que se habían recuperado de la guerra. Fue, sin duda alguna, el nacimiento del capitalismo de manera práctica. Los fervores revolucionarios persistieron, pero conforme los años pasaron y las utopías revolucionarias se fueron desvaneciendo ante la imposibilidad —con excepción, por supuesto, de los ideales burgueses y de la clase media liberal—, el supuesto «orden social natural» que había preconizado Adam Smith, y que proporcionaría «felicidad» y «bienestar» a todos los hombres, no parecía estarse cumpliendo.


15. El periodo comprendido entre el inicio de la Revolución Francesa y la década de 1820 marca su auge; de aquella década hasta las revoluciones de 1848 —y de largo por todo el siglo XIX—, sus consecuencias.
16. La relación entre Iglesia y Estado en donde supone una unificación entre estas dos y por medio de una persona, representante del poder político y religioso.
17. La «libertad» —mismo ideal de la doctrina liberal— como un símbolo nacional de identidad en aquel país es quizá de sus aspectos más característicos.
18. Las Guerras Napoleónicas, de hecho, propiciaron el avance de la burguesía y la implantación global del capitalismo. Inglaterra fue el principal testigo de esto.

David Ricardo alrededor de 1821 | Fuente: Wikimedia Commons

David Ricardo y el desencanto con el "sueño liberal"

David Ricardo fue, como mencioné anteriormente, uno de los representantes del pensamiento económico clásico junto con Smith y Malthus. Su magnum opus, considerada por Hobsbawm como «su cima (de las formas clásicas de economía política)19», es el Principios de la economía política, publicado en 1817. Era una «obra maestra de rigor deductivo20» que, sin embargo, empezó a mostrar disidencia ante algunos aspectos por los que los ya primitivos economistas habían apostado. En primer lugar, elementos de discrepancia ante la «armonía natural» preconizadas años atrás se mostraron en su obra. Dió una importancia mayor a factores de los que se esperaba podían detener la máquina de progreso económico al atenuar el abastecimiento de su combustible esencial, como lo era el reducir el porcentaje de beneficios. Un elemento digno de mencionar en su obra es su teoría general del valor intrínseco del trabajo. Esta teoría, más desarrollada y llevada más lejos se convertiría posteriormente en un fuerte argumento anticapitalista.

A pesar de todo esto, Ricardo como gran pensador y en su apoyo a los objetivos de la burguesía inglesa, le dieron a la economía política una solidez en la ideología liberal mayor que antes. Por lo tanto, el reformismo posterior a las Guerras Napoleónicas proporcionado por la clase media liberal era una combinación entre utilitarismo benthamita y economía ricardiana. Por otro lado, esto no impidió que la pérdida de confianza en la ideología liberal empezara a propagarse, en parte por su falta de consistencia en su programa práctico, como su ambigüedad ante la aplicación de un gobierno popular por razones como si la aplicación de un gobierno de esa índole sería capaz de mantener los objetivos del programa de la clase media liberal, y por los resultados prácticos que la aplicación del liberalismo habían tenido en el mundo real. El “sueño liberal” estaba transformándose cada vez más en una vaga idea, cada vez más lejana y cuestionada, y el aumento de los descontentos sociales inclusive llegaron a poner el duda la «inevitabilidad» del progreso entre algunos liberales. Mientras tanto, y aunque las separaciones antagónicas de las distintas ideologías no se hicieron claras hasta las Revoluciones de 1830 —el término socialismo se acuñó hasta la década de 1820—, las primeras formulaciones de socialismo empezaron a florecer, en parte por la revitalización de viejos axiomas del siglo XVII, y en parte por el ascenso del movimiento obrero en las primeras décadas del siglo XIX, producto del nuevo mundo capitalista que estaba surgiendo.

Parte del argumento que empezó a surgir contra el capitalismo provenía de la misma economía política de Ricardo, de la cuál él mismo —y con incomodidad— había encontrado contradicciones del sistema que había propuesto Smith21. Esto había alarmado a los economistas después de 1830, al punto de mirar a Ricardo como «la fuente de inspiración para los agitadores y destructores de la sociedad22». ¿Por qué los trabajadores, los productores vivían constantemente al borde de la miseria si el trabajo era la fuente de todos los méritos? Ricardo había resuelto esta incógnita: porque el capitalista se apropiaba del excedente que había producido el trabajador por encima de su salario. La explotación, era. Para resolver la situación de explotación, había que eliminar a quienes explotaban, es decir, a los capitalistas. Esta conclusión fue extraída por un grupo de «economistas del trabajo» en Inglaterra mediante el análisis de la obra de Ricardo. Se originaba, pues, el socialismo utópico.


19. «La publicación en 1776 de la Obra de Adam Smith (1723-1790) La riqueza de las naciones señala su comienzo; la de los Principios de economía política de David Ricardo (1792-1823) en 1817, su cima, y 1830 el principio de su decadencia o transformación.»
20. Citado en Hobsbawm, Eric, La era de la Revolución 1789-1848, p. 243.
21. «Si como la economía política argumentaba, el trabajo era el origen de todos los méritos, ¿por qué la mayor parte de sus productores vivían al borde de la indigencia? Porque como demostraba Ricardo […] el capitalista se apropiaba en forma de beneficio del excedente que producía el trabajador por encima de su salario. […] En efecto, el capitalista explotaba al trabajador.» (La era de la Revolución 1789-1848, p. 246). De esta cuestión escribí unas líneas más adelante, pero quería hacer una re-afirmación de la declaración.
22. Hobsbawm, Eric. La era de la Revolución 1789-1848, Segunda parte, p. 246.

La versión utópica del "New Harmony" de Robert Owen; desde su inicio, muchos lo consideraron un "proyecto utópico" | Fuente: Wikimedia Commons

El socialismo utópico y los primeros socialistas

El también llamado protosocialismo, socialismo premarxista, primer socialismo, comunismo crítico-utópico engloba a las teorías socialistas previas al marxismo. Sin embargo, su término más conocido —el de socialismo utópico— fue fijado por Marx y Engels de manera un tanto despectiva, pues las consideraba, como su nombre lo indica, utópicas: irrealizables e ilusas. Por tal razón, acuñaron el término de socialismo científico, para diferenciar su idea de las previas. Estas primeras formulaciones, desarrolladas desde el fin de las Guerras Napoleónicas hasta el Manifiesto Comunista, fueron un tanto heterogéneas, vagando desde el utilitarismo individualista de Bentham hasta la idea de la naturaleza comunal del hombre. Sin embargo, todas compartían la noción de una sociedad ideal más o menos perfecta en donde todos los hombres vivían en paz, igualdad y armonía. Si bien fueron críticos de los efectos del capitalismo, no analizaron sus causas profundas. Además, debido a la idea de que se adoptaría pacíficamente por la voluntad de los hombres en tanto se proclamara como verdad, poco interés tenían en hacerlo una ideología de masas —No por nada, los principales autores del socialismo utópico eran también empresarios—. De hecho, la primera propaganda socialista se hizo dirigida hacia las clases dominantes, en la expectativa de que se convencieran y adoptaran sus ideales. No ocurrió, sin embargo, estos primeros socialistas sentaron sus esperanzas por un tiempo en Mohamed Alí, gobernante de Egipto, en donde pensaron encontrar a un déspota ilustrado que pusiera en práctica sus ideales. Gran parte del socialismo utópico era, en esencia, reformista. También se llevaron a cabo los conocidos experimentos comunales, especialmente en las colonias de Norteamérica, donde trataron de poner en práctica sus ideas. Actualmente esos experimentos se ocupan como un ejemplo de «utopía» en el sentido social. Se encuentran la «Nueva Armonía» de Owen, en Indiana; las «falanges» fourieristas o las colonias del comunista cristiano Cabet, entre otras; —en los siguientes párrafos voy a hablar de los principales autores del socialismo utópico—.

El pensamiento de este primer socialismo se sentó, al igual que su homólogo liberal, en la fe en el progreso, el progreso de la ciencia y la razón. De hecho —y como aludí antes—, la clara división entre todas las ideologías nacidas de los ideales de la Ilustración —el socialismo, comunismo, liberalismo y anarquismo— no surgió hasta las Revoluciones de 183023. Su diferencia se sentaba más bien en los métodos para alcanzar su sociedad ideal. Sin embargo, a cierto punto el socialismo empezó a distanciarse de la tradición liberal. Rompió con la naturaleza individual el hombre, y la noción de la sociedad como la suma de individuos que persiguen su propio interés en una competencia perpetua. En su lugar, recurrió al tradicional y más antiguo supuesto de que el hombre es de naturaleza comunal. Somos animales sociales, y por lo tanto, vivimos juntos y nos ayudamos naturalmente. La sociedad no era una disminución de la «natural» libertad ilimitada del hombre, sino la base de su felicidad, bienestar e individualidad. La mayoría de gente, aunque no pudiera expresarlo, sentía una extrañeza ante la supuesta permuta en el mercado como relación humana más equitativa y, por consiguiente, la base de la justicia social resultaba incompresible, e incluso inmoral. La sociedad era, pues, el hogar del hombre.

Los primeros socialistas no solo compartían esta idea, sino que la explicaron con el concepto de que antes de la existencia de la civilización propiamente dicha, los hombres habían vivido en armonía e igualdad. Este concepto era, de hecho, bastante viejo, y ante las suposiciones a las que habían llegado, lo retomaron. Rompieron entonces con el supuesto de que la búsqueda de la felicidad venía del egoísmo individualista. «[...] la felicidad no se puede obtener individualmente; es inútil esperar una felicidad aislada; todos debemos formar parte de ella o los menos nunca la disfrutarán.24». La mayor felicidad del mayor número era, evidentemente, la del trabajador pobre. No se lograría en las condiciones de su época.

El desarrollo del socialismo fue a la par con el empeoramiento de las condiciones generales del capitalismo. Las «crisis» del capitalismo y la desigual distribución de la riqueza, reflejaban que no era un accidente, sino el producto del funcionamiento del sistema. El capitalismo no solo era injusto, sino que funcionaba mal. Sus resultados eran, de hecho, contrarios a los que habían pregonado sus formuladores. El recién nacido socialismo entonces, fundaba sus bases nada más que en la re-interpretación de los argumentos del liberalismo clásico, a una dirección la cuál no se habían atrevido a explorar los estudiosos de la economía política.

He de mencionar importantes autores de este protosocialismo, sin duda los mayores contribuyentes a la primera teoría socialista: El conde de Saint-Simón (1760-1825), tradicionalmente recordado como el «primer socialista», aunque sus ideas seguían siendo un tanto ambiguas, fue filósofo, economista, teórico y positivista de origen aristocrático. También se le considera un promotor de la tecnocracia; Robert Owen (1771-1858), probablemente el más conocido, fue empresario de algodón en New Lanark. Filántropo y teórico, fue principalmente un hombre de acción: puso en práctica una serie de medidas para mejorar las condiciones de vida de sus obreros, como la reducción de la jornada laboral, salarios más dignos, etc.25 Trató de establecer la anteriormente dicha sociedad ideal en un campo estadounidense, a la que bautizó como «New Harmony». Fracasó dos años después; Charles Fourier (1772-1837), teórico, le preocupaba principalmente las condiciones a las que se veían sometidos los obreros. Creo los llamados «falansterios», comunidades que eran el centro de las actividades agrícolas e industriales que contaba con administración y consumo propios; otros destacados personajes del socialismo utópico son Blanqui (1805-1881) creador de una teoría sobre la dictadura del proletariado, y aunque más moderado, Louis Blanc (1811-1882) quien se le considera un precursor de la socialdemocracia. Fue el creador de los Talleres Nacionales en la Segunda República Francesa. Si algo tenían en común los autores previamente mencionados es su confianza en el desarrollo de la industria, la ciencia y la tecnología —Saint-Simón se consideraba «industrialista», concepto que él mismo acuñó—. Todos ellos la consideraban necesaria, y no veían el retroceso como una solución, incluso entre los menos entusiastas del industrialismo, como Fourier25. El progreso, por lo tanto, fue la idea dominante del periodo del nacimiento del socialismo, con excepciones de mínima importancia y poca influencia.


23. Owen, Robert. The Book of the New Moral World, parte IV, p. 54
24. Owen era particularmente más conocido por ser un hombre de acción. Incurrió en el mundo empresarial y no se acercó a su actividad política hasta ya bien entrada su carrera. A pesar de sus ideales nobles, siempre visualizó su teoría desde un enfoque empresarial, y sobre las condiciones de sus trabajadores apenas podríamos decir que, aunque se sugiera un «mejoramiento», las condiciones seguían siendo penosas a comparación del estándar moderno; y eso sin mencionar los años de industrial burgués «no ilustrado»: las condiciones de los trabajadores eran probablemente iguales a las de cualquier otra fábrica de la época.
25. «Incluso Charles Fourier (1772-1837), el menos entusiasta del industrialismo de los padres fundadores del socialismo, afirmaba que la solución estaba más adelante y no más atrás de ese industrialismo.» Eric Hobsbawm en La era de la Revolución 1789-1848, 1962, p. 245.

Karl Marx en 1875 | Fuente: Wikimedia Commons

Karl Marx y Friedrich Engels

El concepto de «socialismo» que conocemos hoy en día nació a partir de la obra de Karl Marx (1808-1883). Todos los conceptos a los cuáles aludimos el «espectro socialista» fueron, en realidad, el producto de la teoría marxista, y todas las ideologías anticapitalistas posteriores al marxismo sentaron sus bases en esta. Esto debido a que el marxismo no es solo una ideología, sino una «una perspectiva teórica y un método de análisis y síntesis socio-económico de la realidad y la historia26». Marx no completó su obra e innumerables re-interpretaciones, síntesis, perspectivas e ideologías se han venido formado incluso hasta el día de hoy. Esto hizo del marxismo el único representante del socialismo y comunismo durante el siglo XIX, e hizo prácticamente obsoletos todas las teorías anteriores a esta, convirtiéndolas en meras «precursoras».27

El marxismo o socialismo científico —término que acuñaron Marx y Friedrich Engels (1820-1895) para diferenciarlo de su formulación utópica, no científica— se alejó de todos los postulados teóricos anteriores, por considerarlos «idealistas» y supuestamente «irrealizables»28. Se considera su nacimiento a partir de la publicación del Manifiesto Comunista de K. Marx y F. Engels en 1848, año coincidente con las Revoluciones de ese mismo año, consideradas como las últimas oleadas revolucionarias en Europa y marcadoras del fin del periodo denominado por Hobsbawm como «La Era de las Revoluciones». Estas revoluciones fracasaron, factor clave para el reemplazo del socialismo utópico por el marxismo de manera casi universal y especialmente en el consolidado «movimiento obrero», que lo adoptó como corriente ideológica dominante.

A diferencia del socialismo utópico, el marxismo conformaba un bloque único y unitario que ha desembocado en distintas vertientes ideológicas a raíz de la complementación y la revisión de sus escritos. Esto, sin embargo, no ha afectado a la versión ortodoxa del marxismo, que solamente ha «actualizado» la teoría marxista para que sea coherente con el contexto histórico contemporáneo al tiempo en que se renueva. Ejemplo de las corrientes nacidas a partir de la revisión de los escritos de Marx y Engels son el llamado «revisionismo marxista» que ha llevado a postulados tan distorsionados de la teoría marxista que ha creado, por no mencionar otros, a la «socialdemocracia» la cuál se transformó más bien en una especie de capitalismo con fuerte intervención estatal.

El socialismo científico tiene grandes influencias filosóficas de corrientes anteriores, en particular de la filosofía alemana. Destaca la procedente del filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) y su materialismo dialéctico. También se encuentran influencias en las del mencionado revolucionario francés Graccus Babeuf, así como del activista obrero Louis Auguste Blanqui, también pionero del socialismo. La mayor parte del pensamiento marxista se encuentra plasmado en la obra de Marx, especialmente en sus Tesis sobre Feuerbach (1845), Miseria de la Filosofía (1847), el Manifiesto Comunista (1848) y, sobre todo, en El Capital (1867). Introdujo una cuantioso número de conceptos, los cuáles merecen un texto aparte y solo le daré un esbozo aquí. Entre los conceptos, se encontraba el materialismo histórico, la plusvalía, la ley de acumulación de capital, la lucha de clases, la dictadura del proletariado, la sociedad sin clases, entre otros.

Para el marxismo, los hechos históricos estaban determinados por las circunstancias materiales, y no las ideas o la voluntad de los hombres. Su concepción de la historia era, en contraste con el socialismo utópico, materialista. En las sociedades humanas, había una distinción entre la infraestructura (la economía) y la superestructura (la Iglesia, el Estado, la ideología, etc.). Entre estas dos estructuras hay una fuerte relación dialéctica, en la que la base de la historia, la infraestructura, generaba las relaciones de producción. Si variaba esta primera, la superestructura lo hacía también, pero no automáticamente, sino que «cada instancia ejerce una peculiar influencia sobre la otra28». Al final, el papel determinante lo tenía la infraestructura. Marx interpreta a partir de la teoría del proceso dialéctico de Hegel (tesis, antítesis, síntesis), en el que en la historia el ser humano había pasado por diferentes estructuras económicas, cada una con sus inherentes contradicciones: el comunitario-tribal (el «comunismo primitivo»), el esclavista, feudal y capitalista. Cuando las contradicciones inherentes de las estructuras económicas eran superadas, nacía una nueva estructura económica, la cuál, a pesar de ser más racional que su predecesora, tenía sus propias contradicciones. En el capitalismo, la burguesía creó las condiciones necesarias para su prosperidad material y social. Sin embargo, estas condiciones no beneficiaban y más bien perjudicaban al proletariado, de intereses diferentes. Dependiendo del desarrollado del movimiento obrero, los trabajadores mejor o peor entendían cuáles eran sus intereses como clase, y a partir de un mejor entendimiento —conocido como «conciencia de clase29»— de estos, debían luchar por ellos mediante la acción revolucionaria. Por lo tanto, el marxismo era también una «ideología del progreso», la cuál se fundamenta en la «inevitabilidad histórica» de este progreso. Las contradicciones internas de cada etapa histórica eran un obstáculo para ese progreso, y su «inevitable» superación debía, finalmente, llevar al comunismo30. El estadio final de la historia.


26. Citado en Wikipedia, Marxismo. Consultado el 8 de Enero de 2023.
27. Autor desconocido (1 de Diciembre de 2008), Socialismo Utópico [PDF], Junta de Andalucía. https://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/18700773/helvia/sitio/upload/Socialismo_utopico.pdf, p. 3
28. La fuente anterior, pero en la página 4.
29. Se define como la capacidad de los agentes de determinada clase social para ser conscientes de las relaciones sociales antagónicas que existen entre las diferentes clases, y que invariablemente los condicionan.
30. Es la doctrina que nació a partir del marxismo: propone una sociedad sin estado, sin dinero y sobre todo, sin clases sociales. En la teoría es el estadio final del «periodo de transición» llamado socialismo. Socialismo en el sentido económico, he de mencionar.

Conclusiones

Si bien el nacimiento del socialismo tiene una corta historia, su influencia prevalece con fuerza hasta nuestros días. A lo largo del siglo XX ocurrieron los primeros intentos de su implementación, aunque distorsionados con las corrientes surgidas en la Revolución Rusa, y que se convirtieron en dominantes a lo largo del siglo. Corrientes autoritarias, que basaban su entendimiento del socialismo como una mera dominación del estado, supuestamente representante del proletariado, sobre la propiedad y los medios de producción, sin cambio alguno en la estructura del Estado. Inclusive el leninismo, la corriente más noble, aunque la pionera, se basaba en esta noción. Menos mérito tiene hablar de las que efectivamente dominaron, como el totalitario estalinismo, o el maoísmo.
La lucha socialista es, indudablemente, una lucha que persiste hasta nuestros días. No se trata de un «pasado anacrónico, enterrado en la historia del siglo XX31». Esta creencia, creciente desde los años 90 ha construido una época en la que las alternativas perciben como cada vez más difusas, y la gente, disconforme, pero a la vez confundida, termina cayendo en fatalismos nihilistas. Nihilismo que se traduce en la «adaptación» como el único esfuerzo posible ante las garras del capital y las fuerzas de la autoridad. Fatalismo fundado en la creencia de que la situación concreta de opresión es constante e inamovible, que siempre ha sido así. La llamada «reificación»32; debemos, sin embargo, reflexionar y cuestionar estas nociones de la sociedad, y sobre todo, entender que esta es un proceso colectivo e histórico.
Me hubiera gustado indagar un poco más sobre la teoría marxista en este artículo —el cuál, por su extensión, podría caber perfectamente en la categoría de «ensayo»—, así como de la historia completa del liberalismo y el anarquismo, pero i) tales temas poco tienen que ver con el tema principal, y hacerlo sería apartarse completamente del tema, y además implicaría alejarse de la perspectiva histórica del artículo, que intenta más bien mantener una objetividad —sin suprimir las posiciones del autor—, y ii) alargaría innecesariamente el texto, lo que es a la vez grotesco y refleja el poco interés del autor sobre el tema en concreto. Por otro lado, me gustaría agradecer al lector que ha llegado al final de este artículo; es mi primer artículo y su fin es meramente el de enriquecer mis habilidades de escritura, así como el de descubrir el estilo de escritura que cargo conmigo. Concluyo el texto con una cita aleatoria que encontré en internet (es de Robert Kennedy):

El futuro no es un regalo, es una conquista.

31. El escritor Mario Vargas Llosa, gran escritor, pero con tendencias políticas más bien derechistas, se refirió al caso de todo el movimiento izquierdista en América Latina, especialmente el anticapitalista y que simplemente se opone al proyecto neoliberal: «Hoy en día cualquier país puede elegir entre el progreso y la modernidad. Pero, para ello, debe renunciar a políticas absurdas y que han sido ya derrotadas por la historia del siglo XX. Mientras nos aferramos a un pasado anacrónico, podemos perder el tren.» Infobae (8 de Enero de 2023) en https://www.infobae.com/america/peru/2023/01/08/mario-vargas-llosa-comparo-a-pedro-castillo-con-alberto-fujimori-por-el-fallido-autogolpe-de-estado-en-peru/.
32. No es relevante en este artículo tratar este concepto, Lo define la RAE simplemente como «cosificación». En la teoría marxista, Wikipedia lo define como la «cosificación de las relaciones humanas y sociales, que se transformarían al reificarse en meras relaciones de consumo de unas personas respecto a otras.»

CDMX, 2023